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Dejá, yo me arreglo solo...

¿Cuántos de nosotros nos escuchamos decir esto?


Lo que podría verse como un acto de autonomía, muchas veces contiene un trasfondo

de SOBERBÍA con el que nos estamos complicando solos en primera medida y tal vez

obstaculizando a otros para poder coordinar efectivamente con nosotros.


¿Cómo nos damos cuenta?


La SOBERBIA resulta una emocionalidad desafiante para autoobservarla, por lo que

para distinguirla te voy a invitar a que mires a otros cuando realizan lo siguiente:


* Hacen sin chequear cómo impactará su actuar.

* No piden ayuda.

* No toman la ayuda que le ofrecen bajo el texto de “no querer molestar”.


Resulta medular para aquellos que insistimos en arreglarnos solos, el revisar cuánto

podría sumar una innovación emocional que incluya la desactivación de la SOBERBIA

en la que estamos morando.


Algunos tips para comenzar a hacerlo:

* Pedir ayuda, en especial a los que no se la pedimos antes.

* Formular preguntas por las necesidades de los demás.

* Observar lo que otros hacen, e identificar lo que les importa para tejer tramas de

convivencia inéditas.


A los llaneros solitarios se les pasó el cuarto de hora y requerirán bajarse de los

caballos cuanto antes.

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