Desde tiempos inmemoriales, lo humano surge en el encuentro, en el mirarnos y registrarnos.
Hace un par de décadas estamos asistiendo y participando de una progresiva transformación digital que se manifiesta en las plataformas a través de las cuales nos vemos y escuchamos de modo on line.
Cuando nos encontramos por Skype, Zoom u otras maneras de hacer video conferencias, se da la curiosa situación que para que nuestro interlocutor nos mire a los ojos, requerimos mirar a la cámara y, por lo tanto, dejar de mirarlo…
A la vez, para verlo nosotros a los ojos, el otro tendría que apuntar los suyos a la cámara y, por lo tanto, dejar de mirarnos.
El filósofo coreano Byung Chul Han denominó a este fenómeno "efecto Skype".
¿Qué consecuencias puede tener -como especie humana- el que naturalicemos en nuestras relaciones el dejar de mirarnos a los ojos?
¿Ameritaría que reflexionemos sobre las relaciones que aun requieren encuentros presenciales?
¿Qué conversaciones vas a seguir teniendo en la modalidad virtual y en cuáles vas a innovar para sostenerlo de modo presencial?
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