El director de un hospital psiquiátrico estaba haciendo la ronda habitual por las salas - acompañado de los profesionales nóveles con quienes hacía docencia - cuando se detuvo frente a un paciente y le preguntó con voz sonora:
- Dígame, si multiplico 7 x 5, ¿Qué resultado obtengo?
- Mmm… Si multiplica 7 x 5, obtendrá 1000…
- ¡Ah! Muchas gracias.
Sin comentarios adicionales se plantó delante de otro que estaba cerca y lo interrogó con la misma pregunta y tono:
- Dígame, si multiplico 7 x 5, ¿Qué resultado obtengo?
- Déjeme pensar… Déjeme pensar… ¡Ah! ¡Listo! Si multiplica 7 x 5, obtendrá jueves…
- ¡Aha! Mire usted qué interesante… Muchas gracias.
Al retomar la marcha, el director notó que uno de los internados levantaba la mano solicitando la oportunidad de responder a la pregunta que había formulado dos veces con resultados tan disímiles por lo que se orientó al encuentro y lo indagó con mayor énfasis:
- Lo vengo viendo interesado en responder a mi pregunta por lo que le daré la oportunidad: ¿qué resultado obtengo si multiplico 7 x 5?
- ¡Simple! ¡Si multiplica 7 x 5, obtendrá 35!
- ¡Muy bien! ¡Lo felicito! – dijo el director con efusividad. ¿Podría contarnos a mi y a mis colegas el proceso que hizo para llegar a este resultado?
- ¡Por supuesto! Yo seguí atentamente las respuestas de mis compañeros y no me quedaron dudas…
- No le comprendo – señaló el director desconcertado…
- ¡Muy fácil! A 1000 le resté jueves y me dio 35…
¿Cuántas veces nos quedamos tranquilos creyendo que nuestros hijos están bien solo por las notas que traen de la escuela?
¿Cuántas otras, decidimos que todo va sobre ruedas solo porque los resultados numéricos de la organización se ajustan a lo que el CEO, Gerente, Dueño o Accionista esperaban sin comentar lo desorientados que estaríamos si tuviéramos que explicar a ciencia cierta cómo los logramos?
Mirar transversalmente y evaluar resultados ¿Una cuestión de locos?
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