Desde hace más de doscientos años (8 generaciones), nos venimos disponiendo en el mundo laboral a través del paradigma militar. Así, estos organigramas y demás rasgos castrenses, se han naturalizado en nuestras empresas e instituciones de diversa índole (educativas, sociales, políticas, de salud, entre otras).
Desde ya que, si siguen vigentes, bien podemos sospechar que algunos beneficios continúan aportándonos. Sin embargo, también estamos observando algunos inconvenientes a la hora de plantearnos la sustentabilidad organizacional que requeriremos atender:
· Los empleados solo pueden hacer lo que su jefe les indica.
· La emocionalidad predominante para vincularse resulta el miedo.
· Las aspiraciones de ascenso se basan en la antigüedad y no en el mérito.
Todo esto sin decir aun que los ejércitos existen para atacar o defender posiciones mientras que las organizaciones están diseñadas para contribuir con la comunidad, para servir a sus clientes o usuarios, para que las personas que las hacemos a diario nos desarrollemos agregando valor.
Cuando en el fragor de la vorágine, el destruir a nuestros competidores se vuelve más importante que agregar valor, podemos inferir que algo relevante se nos está pasando por alto.
Si te estuvieras encontrando en una organización que sigue operando en el mero contexto de la guerra, tal vez esta reflexión te resulte fértil a fin de tomar posición y liderar hacia la sustentabilidad organizacional. Todos los actores (clientes, comunidades, los que trabajamos en ellas y aún los accionistas) te lo vamos a agradecer.
Te invitamos a conocer nuestras propuestas para acompañarte en esa decisión.
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